domingo, 17 de agosto de 2014

Fidel: una vida dedicada al bien

Por: Elson Concepción Pérez

Fidel Castro. Foto: Archivo
Fidel Castro. Foto: Archivo
Conocí a Birán, aquel lugar hoy todo historia, porque había nacido cerca de allí, en Barajagua; y no escaparon en mis recorridos de joven, ni esa tierra, ni caballería, en la carretera hacia Cueto; o el Saíto y Pontesuelo, menos cercanos a la única carretera de entonces, la Central, que serpenteaba extensos campos desde Holguín hasta Mayarí.
Luego del triunfo revolucionario, supe qué encerraba Birán. Qué había allí más que cañaverales, yerbas y caminos fangosos. Que había familias campesinas pobres; que faltaban escuelas, maestros, médicos.
Ni siquiera entonces Compay Segundo había hecho su gran descubrimiento musical con esa canción-historia, que hace un recorrido desde Santiago de Cuba, Alto Cedro, Marcané y Cueto, poblados todos vinculados geográficamente con Birán.

Ahora, cuando alguien que nació en aquella tierra, FIDEL, es mayúsculas, cumple 88 años, me viene a la mente Birán, y más que todo, lo transcurrido en estas largas décadas donde el Comandante en Jefe ha sembrado ejemplo, virtud, ética, coraje; principios que sustentan la base misma de la Revolución.
Su salud afectada en los últimos años no lo ha podido vencer y dedica tiempo a investiga, hurgando en lo más profundo de la ciencia, la historia, y la política, sorprendiendo en cada uno de sus artículos por la sagacidad de un profundo conocedor de la vida.
Lo ha dicho y se propone a cumplirlo cada día, que el mundo enfrenta un gran reto: el de poder alimentar a una población en la que más de mil millones sufren carencias de nutrición y hambre.
Por eso estudia experiencias acumuladas en la consecución de alimentos, tanto para humano como para animales, que puedan aportar proteínas suficientes de las que tanto necesita los seres humanos.  
En este contexto espera su cumpleaños 88 este 13 de agosto el líder histórico de la Revolución Cubana. El estratega que ha conducido tantas batallas, en Cuba y por Cuba y también por África, por América Latina, por el mundo.
Brilló en la universidad, no sólo como estudiante de derecho, sino como organizador y movilizador de lo que luego se denominara la Generación del Centenario.
Supo seleccionar compañeros, enseñarles a disparar con fusiles e impregnarles la motivación que los llevara luego, hace 61 años, a la “toma del cielo por asalto”: El ataque a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo.
El revés de aquella acción militar no lo hizo declinar su convicción de poder liberar a Cuba.
Los años en la cárcel fueron escuela, fragua de conocimientos, precisión de detalles para afrontar las nuevas acciones.
Luego viajó a México, país hermano en el que organizó una expedición para acercar la lucha a la Patria, esta vez emprendiéndola desde las montañas orientales, la Sierra Maestra que le dio cobija.
Allí libró cruentas batallas, donde perdió a combatientes ejemplares, conoció de la traición pero también del deseo cada vez mayor de liberar a la Patria expresado y demostrado por los cientos de combatientes rebeldes que se le unieron en el transcurso de la lucha.
Cuando victorioso bajó de la Sierra, el primero de enero de 1959, un pueblo entero lo vitoreó a lo largo y ancho de toda la Isla.
Entonces advirtió que apenas comenzaba una batalla mayor, la de construir un país saqueado por la potencia yanqui y cuyos índices de salud y educación eran típicos de las naciones más pobres de este planeta.
Y esa batalla la emprendió cuando apenas triunfaba la Revolución. Reforma Agraria, Alfabetización, nacionalización de empresas yanquis y preparación del pueblo para enfrentar la que ya él predecía como segura intervención militar por parte de Estados Unidos.
El imperio del Norte, organizó, armó y financió una expedición armada por Playa Girón que fue derrotada en solo 72 horas. Ya en aquellas arenas se combatía por el socialismo, proclamado por el propio Fidel días antes.
La obstinada potencia imperial había optado también por rendirnos por hambre y para ello declaró un bloqueo económico y financiero contra Cuba que aun hoy persiste y causa incalculables daños a nuestra población. Pero no nos vence.
Estuvo al tanto Fidel del abandono al país que hicieran la mayoría de los médicos existentes al triunfo de la Revolución, los que fueron en busca del dinero a sabiendas de que aquí quedaba la mayoría de un pueblo, incluso familiares de los que corrían hacia Estados Unidos, expuestos a enfermedades que ellos bien podían curar o al menos mitigar.
Pero la Revolución comenzó a formar a miles de galenos y muy pronto vio todo el territorio cubano cubierto por hombres y mujeres de batas blancas que, como un gran ejército, vencían las más adversas circunstancias y salvaban vidas: razón fundamental para servir al país como médico o enfermero.
Hoy Fidel puede celebrar su nuevo cumpleaños orgulloso de la obra que sembró, de los miles de trabajadores de la salud que brindan sus servicios en más de 60 países; de esa Escuela Latinoamericana de Medicina creada por él y de la que ya han egresado más de 10 000 médicos; de la Operación Milagro que ha devuelto la vista a más de 2 millones de personas en varios países y otras muchas Misiones de patriotismo, en las que la concepción fundamental es trabajar en bien de la humanidad.
Felicidades Fidel por ser tan grande, tan inmenso en tu obra de gigante.
Felicidades por continuar con nosotros y con el mundo por muchos años más y ganando muchas otras batallas como la que sabemos emprendes actualmente dedicada a contribuir a la alimentación de los seres humanos más humildes.
Felicidades Gigante Comandante.

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