sábado, 21 de diciembre de 2013

VENEZUELA Y LA DEMOCRACIA CRISTIANA (PARTE I)

Henrique Capriles y el presidente de la Democracia Cristiana, Senador Ignacio Walker. 18 de julio de 2013
Por: Landys Aguilar
El concepto de Democracia Cristiana (DC) tal y como lo conocemos hoy, ha viajado y enriquecido su contenido durante el tiempo, teniendo como punto referencial de partida, cuando en la cátedra de economía de la universidad francesa de la Sorbote, Jacques Maritain desarrolló el análisis del papel de los católicos en el tejido social. No vistos como extensión de la discusión teológica y meramente pastoral, sino como entes de cambio dentro de lo que la Iglesia identificó como “la cuestión católica” en política.
No siempre el término ha viajado con buenos augurios, de una época en que se vio positivamente por parte del Vaticano el asunto desde la óptica inicialmente propuesta, el concepto varió de contenido y las instituciones de la Santa Sede pasaron a la preocupación cuando comenzaron a generarse organizaciones y partidos políticos de corte demócrata cristianos confesionales. Este maridaje no fue bien evaluado e incluso se emitieron documentos pontificios donde se dejaba claro no solo el malestar, sino la orientación dirigida a la disolución de tales partidos. Esto contradecía el postulado de la doctrina  que recoge que la Iglesia no se inmiscuye en política.

Este fenómeno de los partidos y las organizaciones  sociales de corte demócrata cristiano, se extendió por el mundo. Europa actuó como su principal baluarte, encontrando en América Latina un adecuado escenario para el surgimiento y extensión de partidos demócrata cristianos.
La democracia cristiana no es actualmente ni fue en sus inicios un bloque monolítico desde el punto de vista  programático, aunque el hecho de que la Doctrina Social de la Iglesia católica forme su columna central en ideología, lo acerca y aproxima en teoría a otras organizaciones de origen cristiano que no necesariamente son católicas.
Se trata de “democracia cristiana” y no de “democracia católica”, este elemento es importante tenerlo en cuenta en cualquier análisis sobre este tema. Un miembro de una congregación evangélica, puede coincidir con las posiciones de un partido que se identifique como no confesional o como católico y que en su contenido programático se proponga llevar a vías de hecho la doctrina cristiana.
Tampoco la democracia cristiana representa o  lleva en sí misma lo peor y más reaccionario, lo que sucede es que en tiempos de crisis y revolución social se convierte en aliada de las tendencias más reaccionarias y conservadoras. Su fundamento ideológico y doctrinario no le permite otra opción.
Así sucedió en el siglo pasado (siglo XX) en el caso de Alemania, donde el partido demócrata cristiano apoyó la toma del poder del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (NAZI) en contra de los comunistas en las elecciones parlamentarias. De igual forma actuó en Chile la democracia cristiana, cuando apoyó a los militares en el golpe de estado al presidente Allende. En ambos casos, después de servir como instrumento de la reacción, se decretó la disolución de todos los partidos quedando fuera de la ley la democracia cristiana y en ocasiones siendo objeto de persecución por los que llevaron al poder.
En nuestro siglo XXI esta experiencia se repite cuando en Venezuela el opositor Henrique Capriles intenta manipular las estructuras de la Iglesia católica respondiendo a sus intereses, en alianza con las fuerzas reaccionarias y retrógradas venezolanas. Capriles podrá negarlo, pero muy poco o ningún favor hace a la Iglesia y a los postulados que dice defender desde su formación y visión católica. Quizás no reconozca su militancia democristiana, pero lo que no podrá negar es que para su campaña política se apoya en representantes y en estructuras de la Iglesia, algunos de los cuales, ya sea por conveniencia o por miopía política, ven con agrado las acciones oportunistas y antipatrióticas de Capriles.
El presidente de la Democracia Cristiana, senador Ignacio Walker, junto a la Directiva Nacional del partido y parte de su militancia, se reunieron con Capriles. 18 de julio de 2013
Dentro de la evolución de la democracia cristiana en Latinoamérica, Venezuela tuvo en el Comité de Organización Política Electoral  Independiente (COPEI) un exponente del surgimiento, evolución y segmentación de la tendencia demócrata cristiana como ejemplo de la adaptación a diferentes escenarios económicos y socio políticos. El COPEI es también conocido como partido social cristiano o partido verde.
El COPEI es heredero del Partido Acción Nacional  y como doctrina política  sustenta la doctrina social cristiana. Contó desde sus inicios (y cuenta en la actualidad) con el apoyo de la iglesia.
Como presidentes demócrata cristianos que llegaron al poder por elecciones en Venezuela están: Rafael Calderas (69-73) y Herrera Camping (79-83).  Calderas  salió del  COPEI  y en 1993 fundó  la agrupación política “Convergencia”.
El COPEI de partido católico conservador evolucionó a posiciones social cristianas en una época (de los 60 a finales de los 80). Actualmente el mismo se autoreconoce de  centro derecha demócrata cristiana, inspirada y cercana en programa y posiciones político ideológicas con los partidos democristianos conservadores: de Europa el PP de España y CDU de Alemania; de América el PDC de Chile y el   PAN  de México.
Por ello  asumió las siglas COPEI-PP donde las siglas PP (Partidos Populares)  identifican la  tendencia demócrata cristiana mundial.
Siendo el COPEI miembro de la organización internacional regional demócrata cristiana, la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA-PP) es a su vez miembro de la Internacional Mundial Democristiana (IDC-PP). Eso le permite una doble militancia internacional, mejor proyección internacional, un seguro escenario dentro de la comunidad democristiana, así como apoyo político, ideológico y financiero de otras organizaciones afines para sus proyectos y planes.
En Venezuela, el COPEI cuenta históricamente con una militancia destacada en Táchira, Miranda y Falcón. Amén.

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