Por Justo Cruz
Cuando se trata de orquestar
campañas mediáticas para satanizar a la Revolución Cubana suceden
a veces cosas que si no fueran tan trágicas serían como para
morirse de risa. Con esta clase de enemigos que se ha buscado la
Revolución Cubana no se necesitan amigos.
Tomemos por ejemplo el caso
del carroñero Ángel Carromero, todo un “caso”. Campeón de
España en recibir multas por la forma despiadada con la que suele
conducir.
Este sinvergüenza comete un
accidente automovilístico en Cuba en el cual perdieron la vida dos
ciudadanos cubanos. Fue condenado a 4 años de prisión y gracias a
la obra de gracia de no se quién, no solo fue puesto bajo libertad
condicional, sino que se le dio la oportunidad de regresar a su país.
Que el señor Carromero iba
a ser manipulado por las hordas recalcitrantes de España y Miami una
vez que llegara a su país, estaba claro. Lo que no estaba claro era
la desfachatez con que lo harían. Un tipejo que de solo abrir la
boca apesta, lleva meses haciéndonos cuentos. Cada día nos viene
con otra mentirilla.
No cabe duda de que el
carroñero de Carromero está siendo guiado y manipulado por los
mismos pícaros de siempre.
En Cuba el que cometa un
homicidio involuntario de esta envergadura le hubiera caído todo el
peso de la ley sin miramientos. En este caso existe la agravante de
que este mentecato estaba conspirando contra la seguridad del estado
cubano.
El carroñero de Carromero
lejos de agradecerle al sistema judicial en Cuba de que un par de
meses después de haber sido condenado por haber asesinado
involuntariamente a dos ciudadanos, haya tenido la posibilidad de
regresar a su país, se ha convertido en un vocero de criminales y
sinvergüenzas de la peor calaña. Este es el pago de esta carroña
al cual los mismos medios de siempre han convertido de asesino
involuntario convicto y confeso, en una víctima.
La opinión pública está
viviendo una situación alrededor de este “caso” que apesta por
su hediondez y hay una situación que especialmente llama la atención
por su absurdo. Resulta que los familiares de las víctimas se han
solidarizado con el propio verdugo desde el primer momento en que
ocurrió el accidente. Todo esto a sabiendas de que el señor
Carromero estaba a punto de perder su carné de conducir por todas
las violaciones de las reglas de transito que había cometido en su
propio país. Estos familiares se han prestado a participar en un
juego mediático bochornoso sin precedente. Las propias víctimas
deben estar revolcándose en sus tumbas.
Hace unos días el carroñero
de Carromero volvió a la carga para contarnos otra mentirilla. Ahora
resulta que un oficial cubano le dio unas cuantas bofetadas “un par
de veces” para disuadirlo de insistir en que la muerte de Oswaldo
Payá había sido causada por agentes de la Seguridad del Estado y no
por su culpa.
Al parecer la bofetada ha
sido tan grande que este mentiroso empedernido perdió la memoria y
ahora esta recordando las “cosas” poquito a poco.
Ahora imaginémonos cada uno
de nosotros en una situación como esta. Después de haber cometido
un accidente, ¿que bofetada por grande que sea puede obligar a un
hombre de verdad, de convicciones, a cambiar su posición si sabe que
tiene la razón y que una declaración en su contra le podría costar
muchos años de cárcel?
¿Qué clase de hombre es
este carroñero que solo basta un par de bofetadas para que cambie su
declaración?
Saque usted mismo sus
propias conclusiones. Ya yo saqué las mías.
Hombres que se comportan de
esta manera después de haber sido responsable por la muerte de otros
ciudadanos, aún cuando haya sido involuntariamente, no son más que
carroñas.
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