Que cada persona, como sujeto social, sea portadora de una suerte de civismo informacional, y esté comprometida con la creación |
Los organizadores de
esta III Jornada de Cultura Cubana en medios digitales, me hacen un gran
regalo al invitarme a este encuentro y obligarme así a sistematizar
algunas ideas acerca de la hora actual del periodismo digital en Cuba.
Necesito
comenzar recordando el panorama de hace más de quince años, cuando se
estrenaron en servidores ubicados en Canadá las primeras páginas
construidas en html, muy artesanalmente, anidando tablas y escribiendo
uno a uno vínculos ‹href›.
Iniciaba Cuba sus andares en Internet y
nuestros profesionales del periodismo a conocer muy de a poquito las
aplicaciones más importantes de la red de redes: el e-mail, el chat, el
ftp y la web.
Aparecían en las redacciones, sobre todo en los
medios de prensa nacionales, las primeras computadoras con interfaces
gráficas y editores WYSWYG; las máquinas de escribir iban quedando en
los rincones menos concurridos del salón.
Grandes descubrimientos
marcaron a personas que vivieron de manera casi épica aquellos años de
innovación y renovación. Hoy podemos pensar en ellos como fundadores de
unas formas profesionales a las que, al parecer, desgraciadamente, no
hemos querido celebrarle cumpleaños.
Cuando los ejemplos
pioneros[1] demostraron a los decisores las potencialidades que tendría
una prensa “hecha en Cuba” disponible en formatos altamente
reproducibles para el mundo entero a través de la web, capaz de romper
el bloqueo informativo tradicional contra los discursos oficiales desde
la Isla, se convirtió prácticamente en una “tarea de choque” que todos y
cada uno de los medios de prensa nacionales y provinciales estrenaran
sus sitios web.
Gradualmente, la mayor parte de las veces de
manera improvisada, motivados más por una exigencia externa que por una
necesidad autógena, se fueron sumando uno a uno estos medios, repetidos
ahora en sus versiones digitales.
Muchas de estas webs comenzaron
como “subsidiarias”, en términos de alojamiento y dominio al menos, del
gran portal que fue Cubaweb, y que para entonces (1997) se presentaba a
sí mismo como “The Nacional Web Site of the Republic of Cuba”, algo así
como la embajada de Cuba en Internet.
Multiplicar y promocionar
La
flecha lanzada llevaba en su punta la vocación fundamental de
“multiplicar” el mensaje de Cuba en Internet[2]; de “llevar” hacia los
“lectores” fuera de Cuba informaciones y enfoques que no aparecerían
nunca en las portadas de los medios internacionales de mayor lectoría o
audiencia mundial.
Tal propósito respondía también a una
comprensión tácita inicial de Internet como un mero canal de
comunicación, como un espacio geográfico colonizable, cuyos
“territorios” debían ser conquistados para desde allí erigir los
baluartes de “nuestra verdad”. Se reproducía, acaso sin saberlo, la
táctica push (de empujar) dominante en los medios masivos de
comunicación, y enraizada en las fórmulas propagandísticas y
publicitarias de la comunicación tradicional.
Se asumía que
mientras más “fortalezas defensivas” (sitios web) existiera, tanto mayor
sería la capacidad de influencia sobre personas a las que se suponía en
masa, a priori, y muchas veces de forma inconsciente, desafectos,
críticos, hostiles o enemigos de las posiciones políticas de la
Revolución cubana y del accionar del gobierno de la Isla[3].
Este
retrato, de pinceladas gruesas, se completa mejor si recordamos la
circunstancia –todavía presente, aunque ligeramente modificada– del
bajísimo nivel de penetración de Internet en Cuba (hoy todavía de solo
15 por ciento[4]).
Recordemos que el país se conectó a la red de redes solo hasta el año 1996, a causa del impedimento norteamericano.
Durante
los próximos años muchos de los medios de prensa online actualizarían
sus páginas “a ciegas”, sin ver lo que otros veían, sin poder recorrer
sus propios “territorios” virtuales. Los pocos que sí podían hacerlo, se
servían entonces, y algunos todavía, de unas conexiones proverbialmente
lentas.
Cuba aún hoy padece una conectividad muy precaria, una
de las más bajas del mundo. Algunos autores afirman que el ancho de
banda de todo el país (aproximadamente 210 megabytes de subida y 390 de
bajada) puede ser comparado con el de un hotel cinco estrellas en una
capital europea[5].
Quienes empezaron a mediados de los ´90s la
edición de prensa digital en Cuba –no se puede olvidar, porque es una de
nuestras “marcas” quizás indelebles– lo hicieron antes de haberse
podido convertir en “navegantes” habituales o expertos; mucho antes de
poder inmiscuirse en unas dinámicas de relación que, como ya sabemos,
suponen toda una cultura emergente y definen el talante de la socialidad
contemporánea.
Claro que aquella Internet no era la de hoy. Los
pioneros de nuestra prensa digital trabajaban “solo” para unas 300
millones de personas, usuarios primitivos de la web en su época 1.0 y la
mayoría eran angloparlantes.
El conjunto de estas circunstancias
sumado a otros factores que se quedan sin mencionar, definieron el
nacimiento de una prensa digital marcada por un carácter
fundamentalmente promocional y en buena medida atada al propósito de
“llegar” al “otro” fuera de nuestras fronteras geográficas y también
culturales e ideológicas.
Este origen determinó que muchas de
estas webs nacieran como tribuna de los tribunos, y estuvieran
inclinadas a aplanar o extirpar las contradicciones propias de la terca
realidad. Como en el resto de nuestra prensa, en la digital con más
“motivos”, el acontecer nacional todavía suele ser apacible y el
internacional dantesco.
Reiteradamente, desde aquellas auroras,
se orientó ser bilingüe –al menos–, y se volvió una preocupación
constante erradicar de los relatos toda complejidad o especificidad
idiomática aspirando a una suerte de código universalista
bueno-para-todos y cercano a nadie.
El propósito difusionista, de
trasmisión multiplicada de la “verdad de Cuba”, sumado a las más que
duras circunstancias de trabajo en las que hubo que comenzar estos
proyectos, la mayoría inmaduros, definieron como una práctica muy
habitual el simple “volcado” hacia la web de los contenidos que se
producían para los medios tradicionales, a los que le habían nacido
estos hijos perturbadores de las rutinas de producción acostumbradas.
La
prensa cubana en Internet, más allá de su origen geográfico o
sectorial, nacería como depositaria de una agenda temática, unos
enfoques y unos lemas de campaña propios de la prensa generalista
nacional: una suerte de sistema de prensa digest, donde aún predomina la
reproducción, el copy/paste desde las fuentes matrices del periodismo
oficial y oficialista, en sus diversas escalas.
AIN, PL y
Cubadebate (últimamente), en un primer nivel suelen ser los principales
suministradores, pero también ocurre que medios provinciales reproducen
contenidos de otros nacionales. Y a su vez, los provinciales abastecen a
los municipales que hoy existen en un número considerable. Se dan
muchos casos en los que los mismos materiales relativos al acontecer
local son republicados por varios medios digitales de un mismo
territorio. Algunos se comparten, promiscuamente, incluso a sus
blogueros. Toda una trama de réplicas que termina haciendo muy
monolítico y a veces un tanto inútil el flujo de la información
periodística desde Cuba en Internet.
Constataciones
La
tesis de doctorado de la periodista Edda Diz Garcés, quien ha ocupado
varios cargos de dirección en la prensa digital cubana, diagnosticó en
2011 algunas de estas características antes enunciadas. Su estudio
“Reubicar el futuro. Las mediaciones entre la cultura profesional y las
lógicas de producción periodística para la web” llegaba entre otras, a
la siguiente conclusión:
“Solo hay atisbos de una incipiente
cultura del periodismo hipermedia, como un elemento emergente que tiene
que enfrentar la resistencia al cambio en una suerte de «diálogo»
interno con la cultura profesional dominante y con las culturas
organizacionales establecidas en el medio, abocadas a una
reconfiguración ante el emplazamiento de las tecnologías y prácticas que
necesitan ritos y aprendizajes nuevos.”
Todo esto, a partir de diagnosticar algunas taras en la práctica diaria del periodismo online:
El cambio de las lógicas de producción y de las culturas profesionales es un “proceso que transcurre con bastante lentitud”.
“Las lógicas de producción para la web (…) son las del periodismo tradicional”.
Al “mantenerse redacciones cuya prioridad es producir para el medio
tradicional (…), los periodistas son socializados en ese modo de hacer
periodismo”.
“Los contenidos carecen de los recursos expresivos hipermediales”.
“No hay actualización continua (…) y en ocasiones desactualización o retardo informativo”.
Faltan recursos tecnológicos, “pero los existentes no se explotan debidamente”.
A los periodistas “les falta preparación y competencias profesionales”.
“No están definidos claramente la estrategia editorial y el público meta de las web”.
En
el año 2005, un grupo de personas que durante años hemos seguido de muy
diversas formas el desarrollo del periodismo digital en Cuba debatimos
durante unas semanas en una lista de discusión creada por el CIP (hoy
CIPRE) a la sazón del ¿extinto? Proyecto de Informatización de la
Prensa.
Probablemente el debate más fluido lo generó entonces un
aporte de Armando Santana quien había sido un importante innovador en la
edición del periódico Invasor de Ciego de Ávila, en su mocedad virtual.
Con
la mitad del trayecto recorrido en la historia de nuestra prensa en
Internet, hace 7 años, Santana elaboró un decálogo que fue analizado por
los “listeros” de [informatiza_prensacu] de arriba a abajo, y que
tituló los “10 problemas más comunes en la prensa digital cubana”. A
saber:
Demoras en la actualización de los contenidos del día
Deficiente titulación Contenidos intrascendentes Copiar trabajos de los
periódicos, los noticieros de la radio o la televisión sin tener en
cuenta el lenguaje de Internet. Baja producción de contenidos propios,
principalmente en los medios provinciales. Fotografía de baja calidad.
Poco uso de los hipertextos y temas relacionados. Errores en los
metadatos de las páginas principales y las interiores que impiden a los
buscadores levantar los sitios. Poca o nula gestión de posicionamiento
por parte de las redacciones digitales. Problemas de diseño, usabilidad y
arquitectura de información para la web.
Además de la dramática
actualidad de algunos de estos puntos, sorprende constatar que desde
entonces ya se sabía de la A a la Z todo lo necesario para remover los
cimientos de una práctica periodística que a pesar de haber tenido como
totalidad, una evolución positiva, y de contar con algunos ejemplos muy
destacables, sigue siendo fundamentalmente mediocre.
En aquel
debate Livia Reyes, especialista en información y directora del CIPRE
llamaba a “repensar el papel del periodismo como profesión, de su
responsabilidad social, de pasar de simples informadores para audiencias
amorfas a proveedores de conocimiento.”
Por mi parte escribí:
”los mejores redactores y editores, desgraciadamente, no están
suficientemente implicados con los medios digitales. El contacto, la
experiencia vívida, como usuarios, con estas tecnologías, es todavía
escaso. ¿Nos hizo daño el modelo de webmaster todólogo que significó en
alguna medida la concentración en unas cuantas personas de todo el saber
necesario? Creo que sí… tantos años después no hemos adelantado mucho
en que los editores y periodistas conozcan el ADN de estas tecnologías y
estas prácticas (…) la tarea en Internet es comunicar, no
propagandizar, no difundir, no trasmitir; comunicar en Internet
necesariamente implica interactuar, es pasar de publicar (colocar) a
interactuar, y eso significa pensar todo el tiempo en el otro, el
usuario, que no es un número de hits, o accesos o sesiones de usuario,
sino una persona específica que tiene unos específicos intereses y una
específica manera de interpretar, pensar, emocionarse, etc.”
Rosa
Miriam Elizalde, decana en algunas de las mejores experiencias de la
prensa digital en el país, afirmaba entonces: “Que todos tengan un sitio
web o que se forme una plantilla en cada redacción no es condición
determinante para que el mensaje de Cuba llegue a otra orilla. Hay que
darle a este barco una proa para que navegue y lo haga en el rumbo
adecuado. La proa es una estrategia coherente que indique para dónde
vamos, con qué, cómo y para quién.
Una prueba ácida
Quince
años después de aquellas primeros lances del periodismo cubano en
Internet, y gracias a la oportunidad personal de haber sido en
diferentes escalas, durante este tiempo, lo mismo testigo que partícipe,
analista que editora, ejecutante que consejera, me siento animada para
ensayar posibles análisis que contribuyan quizás a replantearnos esta
tarea.
Como profesora utilizo un método diagnóstico para cuando
quiero colocar a los alumnos (últimamente solo de posgrado) frente a sus
propias prácticas de manera crítica. Solo tengo que preguntar, con la
intención de que me respondan en calidad de usuarios comunes, cuántos
medios de prensa cubana digital forman parte de su dieta diaria para
informarse sobre el acontecer nacional. La respuesta suele ser siempre
la misma: una exigua lista donde aparece Cubadebate y casi ningún otro
sitio.
No es necesario entonces ir mucho más allá. Se vuelve un
examen quizás estadísticamente valioso: los cubanos que podemos
conectarnos a Internet no necesitamos nuestra propia prensa para
informarnos sobre los hechos de Cuba, ni aún siendo periodistas, a
quienes cabe suponernos una avidez de noticias perpetua e intensa.
Aunque
es posible preguntarse entonces cómo nos informamos, qué otros caudales
noticiosos visitamos, de qué corte y qué signo, mejor es posponer este
asunto porque es harina de otro costal.
La gran paradoja es que
el conjunto de nuestra prensa digital –salvando los casos que deban ser
salvados– no está hecha para nosotros; aunque tampoco parece estar hecha
para los “otros”. Es demodé.
2400 millones de personas hoy se
conectan a Internet en el mundo. Se multiplicó en más de ocho veces el
“público meta” potencial desde 1997 hasta hoy, y consiguientemente se
diversificaron sus perfiles. En quince años estos usuarios aprendieron
muchas cosas: son más conscientes de la manipulación orwelliana de la
información, y también más autónomos que nunca para “manejar” sus
mensajes en todos los formatos y lenguajes, y visibilizar así sus
diminutas existencias.
La web 2.0 entrena a usuarios para “leer”
el mundo y “nombrarlo” (enunciarlo) de maneras más creativas, aunque sea
teniendo que negociar los sentidos atribuidos a las cosas y los actos
dentro de los marcos de la hegemonía imperante capitalista (al modo
gramsciano de entenderla).
Las pantallas táctiles, las interfases
inmersivas, los dispositivos portátiles y móviles, la banda ancha y las
redes sociales dibujan hoy un panorama muy distinto del que conocieron
en tiempos de la Internet-vitrina los pioneros de nuestra prensa en la
red de redes.
Se afirma que el 45 por ciento[6] de la población
mundial conectada a Internet son personas de menos de 25 años, nativos
digitales absolutos cuyos guiones mentales y esquemas cognitivos, se han
moldeado también a través de la presencia ubicua y el uso intensivo de
los dispositivos que les permiten “dominar” la información hipermedial.
En
este minuto, literalmente, una de cada 13 personas en el mundo está
usando Facebook[7], y en el segundo que acaba de transcurrir, 11 nuevas
cuentas se han creado en Twitter para sumarse a las más de 500 millones
que hoy existen. Seguramente “algunas” de ellas desde teléfonos móviles,
considerando que suman 5 900 millones los usuarios de telefonía celular
en el mundo.
Sin embargo, las fórmulas comunicacionales al uso
en Cuba siguen siendo las mismas. Tenemos en 2012 un conjunto de medios
de prensa verticalmente jerarquizados que no ha logrado organizarse
planificadamente, ni descentralizar sus dinámicas y sus recursos, ni
coordinar su gestión, ni potenciar la cooperación para convertirse en un
sistema dinámico eficiente. Medios que padecen además carencias
tecnológicas importantes, de recursos humanos e informacionales.
Seguimos
teniendo sitios web operados desde la misión (auto)impuesta del
“traslado”, la “trasmisión” de “nuestra verdad”. La “multiplicación” del
mensaje se sigue entendiendo como la acción de clonación de los
discursos, y de reiteración de los argumentos y las fórmulas
expositivas, –típicas recetas de la publicidad—a pesar de que ya sabemos
que resulta del todo imposible comunicar en clave antihegemónica sin
hacerlo desde la estrategia de construir comunidad, lo que equivale a
estar abierto al diálogo, dejarse interpelar, intercambiar roles,
integrar(se) y amasar confluencias.
Quince años después, y sin
dejar de reconocer la evolución de algunos proyectos que han avanzado
significativamente, la distancia entre las posibles expectativas de los
“públicos” (siempre preferiré decir usuarios) en cuanto al consumo de
información periodística proveniente de medios cubanos políticamente
alineados con el proyecto de la Revolución, y las ofertas que se brindan
en la web, en sus dimensiones formales y de contenido, probablemente
sea mucho mayor hoy que lo que era en 1997.
Es cierto que ha
aumentado numéricamente el volumen de tráfico desde fuera de Cuba hacia
las páginas de nuestro periodismo digital, pero no lo ha hecho en la
misma proporción en que ha crecido el número total de usuarios de
Internet en el mundo. Y en todo caso esta relación no es medible solo en
términos cuantitativos. La gratificación de necesidades
infocomunicacionales no se calcula con los algoritmos del Webtrends ni
la puede contabilizar Alexa.
Es difícil abordar todas las causas que expliquen este panorama. Se trata como siempre de un fenómeno multicausal.
No
se puede señalar solo la precariedad de la dotación tecnológica que
padecemos. Aunque hace años venimos exponiendo la necesidad de organizar
pools: grandes medios unificados que gestionen desde una sola marca,
mayores volúmenes de información, con mayor calidad, optimizando
recursos de conectividad, hosting, de contenido, etcétera, además de los
recursos humanos con mejores aptitudes, capaces de ser competitivos.
Una idea solo realizable con voluntad política y aprovechando que no es
el mercado, ni la ley del valor quien dirige la prensa en Cuba.
Tampoco
se puede concluir que la reciente y notable desprofesionalización del
sector periodístico per se (por la desagregación de profesionales
formados y la agregación paralela de personas sin formación en la
especialidad) ha traído estos “lodos”. Personalmente puedo atestiguar
que la mayor parte de las personas, periodistas y editores en activo
ante quienes he actuado como docente durante ya casi quince años,
comprenden perfectamente todos los argumentos que hasta aquí he expuesto
y la mayoría se manifiesta con mucha agudeza al analizar la complejidad
de este fenómeno. Casi todos viven una suerte de experiencia bipolar
pues cuando vuelven a sus puestos de trabajo por lo general tienen
muchas dificultades para incorporar en sus dinámicas diarias lo que han
aprendido en el aula.
¿Qué pasa entonces? ¿Cómo se explica el
hecho de que compartamos tantos consensos entre los “implicados” y sin
embargo ello no nos sirva para hacer avanzar este barco a mayor
velocidad y con un rumbo que indique sobre todo la apropiación creativa
de estos artilugios tecnológicos que hoy pueblan el ámbito de la
comunicación y el periodismo en todo el mundo?
Infoutopía
Conocer
el estado del arte del periodismo digital en Cuba, hacer un diagnóstico
como el que, de manera aproximada se ofrece en las páginas anteriores, y
en cientos de otras muy valiosas páginas dedicadas al tema como parte
de tesis de licenciatura, maestría y doctorado, en todo el país, ha
constituido el primer paso para reconocer que la envergadura de este
fenómeno es mucho mayor que lo que podría suponerse, por todo lo que
“dice” acerca del orden social cubano y el proyecto de país que hemos
estado construyendo.
Vale la pena volver sobre las palabras de
Rosa Miriam Elizalde, cuando reclamaba una “estrategia coherente que
indique para dónde vamos, con qué, cómo y para quién”.
La
obstinada ausencia de esa estrategia para la prensa digital es la
consecuencia natural de la falta de una estrategia mayor,
infocomunicacional, que conduzca al país, y atraviese todos los sectores
y dominios de la vida nacional de forma transversal.
Que la
comunicación se vuelva algo más que un vehículo para la acción reactiva y
“concientizadora” en términos ideopolíticos, y que la información
adquiera un valor primordial en todos los procesos de intercambio dentro
del sistema social cubano.
Que ninguna política se defina al
margen o a contrapelo o para contener los flujos informacionales en la
sociedad, de modo que estos sean el soporte de un crecimiento colectivo
indetenible, fundamentado en la soberanía nacional, colectiva e
individual.
Que cada persona, como sujeto social, sea portadora
de una suerte de civismo informacional, y esté comprometida con la
creación, la puesta en común y la crítica de la información como base
del conocimiento, comprendido este como el más valioso y poderoso
articulador de la vida social.
Una infoutopía que se fundamente
en la crítica a los modelos informacionales liberalistas que han servido
para sustentar la dominación burguesa capitalista; una infoutopía que
se base en la construcción creativa y colectiva de sus propios
contenidos, con un enfoque socialista.
En un texto escrito para
La Jiribilla en marzo de 2011, reflexionaba: “Un camino posible para la
reconstrucción de una utopía socialmente compartida y movilizadora,
podría ser la del dominio in extenso y útil de las fuentes, los canales,
los usos y el consumo de información en esta Cuba llamada a rearticular
sus posibilidades históricas en este siglo xxi.”[8]
Para
apartarnos de un enfoque tecnologicista habría que decir con Dominique
Wolton que “todo cambio técnico o toda estructuración de un nuevo
mercado no representa ninguna novedad radical en una estructura
generalizada de la comunicación, porque la organización de la
comunicación a escala individual o social no es una técnica. La imprenta
no permitió la Reforma, sino que la Reforma dio sentido a la revolución
de la imprenta. Igualmente, la radio y después la televisión han
obtenido un impacto importante sólo porque iban del brazo con el
movimiento a favor de la democracia de masas.”[9]
De modo que es
iluso pensar que el escenario actual pueda modificarse solo bajo el
influjo positivo que significará en un futuro, que no puede ya ser muy
lejano, en el que aumente por lo menos 3000 veces[10] la conectividad
actual de Cuba y se amplíe significativamente el índice de penetración
de Internet en el país.
Si por arte de magia o de cualquier otro
origen enigmático, mañana mismo empezara a notarse la existencia del
anhelado cable submarino que ya enlaza La Guaira-Siboney con capacidad
de aportar las mejoras mencionadas, no es dable esperar un cambio
cualitativo proporcionalmente trascendental en la práctica periodística
para y con Internet: falta diseño y método para encaminar el cambio.
Poner en cubano
La
fragua y diseminación de esta infoutopía articuladora será viable
también, aunque no solo, en la medida en que podamos “poner en cubano”
la práctica de comunicación digital en Cuba. Esto significa en primera
instancia reorientar los esfuerzos mayores hacia los usuarios cubanos en
la Isla (y también fuera de ella), previendo, por supuesto, escenarios
inevitables de mayor conectividad a una Internet full. En segundo lugar,
corregir el sesgo promocional que ha asumido este periodismo que
hacemos para redireccionarlo hacia un enfoque dirigido por la crítica
social colectivamente fundada.
Para ello los periodistas y los
directivos deberán reconquistar, remozar, actualizar (todo ello a la
vez) la noción del periodismo como servicio público y deberán dejarse
interpelar por el mandato popular. Este es el primer paso para detener
el avance de la disrupción progresiva entre los discursos de la prensa y
los discursos de la vida cotidiana en Cuba.
Este criterio de
servicio público no excluye la tarea de propagación y discusión
“político-ideológica” –esto no es más que reconocer el derecho de los
comunicadores para defender una hegemonía o intentar hacer avanzar una
contrahegemonía. Pero al mismo tiempo incluye comprender la presencia en
medios digitales como una oportunidad para vehiculizar el uso intensivo
de la información en los procesos de nuestras vidas cotidianas
reconociendo y compartiendo su natural conflictividad.
Renuevo
ahora mis propias palabras, publicadas en 2011: “Resolver la infección
[de marabú] de las tierras es condición para ofrecer alimento a los
estómagos; desperezarse, ir en campaña hacia un modelo de sociedad
sustentada en el valor del conocimiento nos daría ciertas garantías para
un futuro en el que toda vocación no se reduzca al mero estómago.”[11]
La Habana, noviembre 2012
Notas
[1] Granma Internacional fue el primer medio de prensa cubano que “saltó” a la red, en abril de 1996.
[2]
“¿Cómo multiplicar la presencia de Cuba en Internet?” Disco compacto
que incluye los contenidos, programas y aplicaciones informáticas
tratados en el primer curso de postgrado “Cómo multiplicar la presencia
cubana en Internet”, convocado por la Unión de Periodistas de Cuba. La
dirección del enlace es:
ftp://ftp.cip.cu/Recursos/multimedia-Como-multiplicar-la-presencia-de-Cuba-en-internet.zip”
Disponible en: http://www.cip.cu/contenido/recomendamos/bfcomo-multiplicar-la-presencia-de-cuba-en-internet/
Nota de la autora: El enlace al documento actualmente no funciona, pero
traemos aquí la referencia completa como demostración de este enfoque.
Consultado: 12/11/12.
[3] Ecured: “Al insertarse en Internet,
Granma fue una de las publicaciones pioneras del periodismo digital en
el país, espacio que ha convertido en otra trinchera de ideas para
divulgar la verdad sobre Cuba.” Disponible en: http://www.ecured.cu/index.php/Peri%C3%B3dico_Granma. La cursiva es de la autora. Consultado: 10/11/12.
[4] Internet World Stats. Disponible en: http://www.internetworldstats.com/stats10.htm Consultado: 10/11/12.
[5]
Ver en el post de Raymond J. Sutil Delgado: “Y, ¿Qué hay en los sitios
web .cu? Un artículo de preguntas”, en Sin tecnoestrés, 27 de diciembre
de 2011. Disponible en: http://sintecnoestres.cubava.cu/2011/12/27/y-que-hay-en-los-sitios-web-cu-un-articulo-de-preguntas/#more-69 Consultado: 12/11/12.
[6] Fuente: www.pingdom.com. “Acceso a Internet alcanza a un 30% de la población mundial” en Cubadebate, 31/1/2012. Tomado de: http://www.cubadebate.cu/noticias/2012/01/31/acceso-a-internet-alcanza-a-un-30-de-la-poblacion-mundial/ Consultado: 9/11/12.
[7] “Una de cada 13 personas en el mundo usa Facebook”. Tomado de: http://myspace.wihe.net/infografia-obsesionados-facebook/. Consultado el 9/11/12
[8]
Milena Recio: “La hora de los desconectados”, en La Jiribilla, 26 de
febrero al 4 de marzo de 2011, núm. 512, La Habana. Año IX. Disponible
en: http://www.lajiribilla.co.cu/2011/n512_02/512_07.html
[9] Dominique Wolton: Internet, ¿y después?, Editorial Gedisa, Barcelona, 2000. s/p
[10]
Juan Marrero: “¡Una buena noticia!: el cable submarino entre Venezuela y
Cuba”, en Cubadebate, 12 de enero de 2011. Ver en: http://www.cubadebate.cu/noticias/2011/01/12/%C2%A1una-buena-noticia-el-cable-submarino-entre-venezuela-y-cuba/ Consultado: 13/11/12. Más información sobre este tema: http://ecured.cubava.cu/2012/05/29/quien-me-tira-un-cable/
[11] Milena Recio: Ob cit.
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