La muerte accidental de Oswaldo Payá junto con uno de los miembros del Movimiento Cristiano Liberación, promete una saga larga, tan larga que a cualquier conciencia clara, con valores morales le resulta muy embarazoso comentar, escribir o lograr una conclusión acerca de la conducta de Ofelia Acevedo, viuda de Payá.
El dolor es siempre respetable. Pero las últimas declaraciones a la prensa extranjera de Ofelia Acevedo, ya no la construyen como una mujer adolorida por la muerte de su esposo. Más bien, uno percibe un tono de provocación, un manifiesto deseo de obtener ventajas políticas de la muerte de su cónyuge. Es decir, con sus últimas declaraciones está diciendo: Él no está, pero estoy yo.
El eje de su actuación consiste en ese recurso dialéctico o retórico que se llama petición de principio: probar lo que se defiende con el mismo hecho aún no probado. Dicho así, en términos especializados, parece nebuloso, incomprensible. Pero nada ha de extrañarnos, pues la actitud de Ofelia Acevedo es también extraña. Por ejemplo, ella no se percata de la contradicción cuando el boletín de Cubaencuentro reproduce declaraciones como esta: Ni ella ni su familia han dicho en ningún momento que el dirigente opositor fuera asesinado ni que no haya sido un accidente. “Solo he dicho que la versión que vi en la televisión no la acepto”, insistió Acevedo.
Pero si usted no acepta la versión que dio la TV, que es la oficial, es porque duda de que haya sido un accidente. Qué otro sentido tiene esa contumaz negativa a aceptar las explicaciones de los peritos. Después, intenta justificar su posición en declaraciones a medios internacionales en su casa de La Habana: “No voy a acusar a nadie ni estoy buscando culpables, sencillamente quiero que se me aclare más sobre el hecho porque he tenido toda una vida de amenazas, de represión y de intimidación contra mi familia”.
Es decir, si la actividad opositora, ilegal de Payá, alguna vez le causó algún trastorno doméstico, es suficiente para dudar de cualquier explicación oficial. Incluso, tampoco cree en las declaraciones de los dos extranjeros cuya visita a Cuba, indirectamente, enlutaron su hogar. A fin de cuentas, Carromero iba conduciendo el auto accidentado y quedó vivo junto con el sueco Modig. Pues bien, Ofelia Acevedo no cree en las aseveraciones de ambos, porque fueron dichas “bajo la presión de la seguridad del Estado cubano”.
A pesar de que la corresponsal de la AP en la Habana, le preguntó a Modig delante de numerosos periodistas extranjeros, si cuando llegara a Suecia iba a decir lo contrario, este dijo que había hablado sinceramente. Los cubanos lo vimos y lo oímos por la TV. Mas, la viuda de Payá conoce el guión para estos casos, sabe lo que ha de decir: el Gobierno cubano y la Seguridad del Estado obligaron a dos políticos europeos a decir lo que conviene a la versión oficial. ¿Qué instrumentos de tortura les habrán mostrado? ¿Acaso los mismos que la Santa Inquisición le mostró a Galileo, para que negara sus teorías, que negó? La versión se desploma por falta de sustento. Carromero y Modig son dos políticos jóvenes, pero saben hacer política, incluso clandestina, al entrar en Cuba como turistas. Si ellos se hubieran negado a mentir, por mucho que los hubieran amenazado, el Gobierno cubano habría afrontado un conflicto internacional que más que beneficiarlo, hubiese enconado las circunstancias actuales del país. Posiblemente, Ofelia Acevedo crea que las personas que dirigen el Gobierno y la Seguridad en Cuba poseen muy escasa inteligencia.
Por supuesto, la viuda de Payá negó también la intervención del dinero en este caso. Nos quieren obligar a admitir que Carromero y Modig vinieron a Cuba a pasear, a saludar a Payá y su familia. ¿Hemos de creerlo? ¿Dos políticos de la extrema derecha europea invierten tiempo y dinero en un viaje para saludar a sus amigos? Uh, dice Shakespeare: algo huele a podrido en Dinamarca.
Desde luego, Ofelia Acevedo negará siempre lo del dinero, aunque Modig haya dicho que lo trajo. Dijo una cifra, una mínima cifra, pero parece, según comentarios por ahora en el anonimato, que era 12 veces más que los 4,000 euros declarados. El Movimiento Cristiano Liberación necesitaba dinero. Era evidente que Payá había venido a menos, hasta el punto que, entre los corresponsales extranjeros, se le calificaba de “cadáver político”. Ya no interesaba su aparente política de oposición pacífica, conciliatoria, esa imagen de opositor que trabajaba en un departamento de la salud pública cubana… Pero la Democracia Cristiana sueca y el Partido Popular de España, de acuerdo con lo visto y sabido, se interesaron por revitalizar al grupo condenado a languidecer sobre el prestigio decadente de su jefe. Y enviaron a dos dirigentes juveniles, para reorganizar y prometer apoyo. Y el dinero hizo válida la promesa y la misión: mucho dinero, que también sirve para hacer política y vivir. ¿O acaso Payá mantenía a su familia con su sueldo, tan devaluado como el de la mayoría de los cubanos?
Las conclusiones son duras. Por ello titulé este post como Un severo conflicto de conciencia. Escribo sobre un hombre fallecido a destiempo y de manera inútil. Y menciono a su esposa, que sufre la pérdida. Pero no soy yo quien mezcla llanto con política. Quieren , a mi modo de ver, que la muerte de Oswaldo Payá no sea inútil, y que muerto, desde un aparente martirio, ayude a resucitar su organización opositora, cuyo nombre proponía los métodos y la actuación del cristianismo en la liberación de Cuba. Los mártires atraen más que los héroes.
Sin embargo, con pesar me niego a creer que Payá era un patriota honrado. No; haber sido recibido un día por la Casa Blanca y saludado como un prohombre a quien los norteamericanos consideraban aliado, al menos aliado por no decir instrumento, y recibir dinero de dos partidos de ultraderecha europea, para “liberar a Cuba” de eso que ellos llaman “dictadura feroz del comunismo”, por todo ello, por todas esas acciones, no lo considero un patriota ni un cristiano honrado. Ni Martí, ni incluso Fidel Castro, recibieron dinero extraño para promover sus ideas cuando sus bolsillos solo estaban llenos ideales. Quien trabaja por las patria con el presupuesto extranjero, actúa contra la patria y su independencia. A ese principio me atengo.
Por todo lo que he dicho, Oswaldo Payá vivirá una larga saga mientras su nombre, envuelto en el sudario de un martirio falsificado y emponzoñado por los vivos, sea capaz de… obtener dinero.
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