Rosa María de Lahaye Guerra.- Profesor, en esta primera entrevista del 2012, seguimos conversando sobre el tema racial que tan vigente lo notamos en el mundo académico, político y hasta en la realidad vecinal.
Jesús Guanche Pérez.- Para nadie es secreto que el racismo persiste, pero no de manera estructural como en determinados países, que tratan de exportarlo a nuestro contexto ⎯me refiero a los vecinos más cercanos del norte⎯, sino que se aprecia en el entramado social de manera diversa y multidireccional, se observa como prejuicio racial, que es una manifestación específica del racismo y se constata en actos declarados, opiniones y sentimientos, aunque no siempre publicados. El racismo y la discriminación racial son ilegales en Cuba, pero algo más de medio siglo de Revolución no bastan para eliminar la pesada carga de un flagelo identificado como el mito más perverso de la humanidad, pues si bien las «razas» en la especie humana no existen, si existe con una fuerza indeleble las desigualdades sociales y los criterios clasificatorios derivados de esas desigualdades.
R.M.L.G.- Estereotipos, prejuicios…
J.G.P.- Sí, sí. Existe la barrera subjetiva del color de la piel objetivada en prejuicios y juicios injustos sobre la diversidad fenotípica de las personas. Los estudios más recientes muestran, por ejemplo, el racismo y la ignorancia en el ámbito turístico y vale denunciar ese engendro reciente de publicidad banal denominada «Auténtica Cuba», algo más parecido al extinto partido político de Ramón Grau San Martín y con una tipografía que alude a la Coca-Cola, que a un programa pensado para promover lo más representativo y trascendental de la cultura nacional. Anti-ejemplos como ese deben avergonzar a cualquier cubano con un mínimo de dignidad por su cultura.
Estereotipos hay en todas direcciones, pero en Cuba, como en otros muchos países de América Latina, especialmente hispano y lusohablantes, decir mi negro, mi negra, mi chino o mi china, no tienen obligatoriamente una connotación racista, sino todo lo contrario, es un signo de afecto, de convivencia, aunque la persona designada no tenga nada de negro ni de chino; pero en otros contextos sociales también estos términos tienen una connotación despectiva, desde «blanco sucio» hasta «negro escandaloso», todo depende, no tanto del texto (discurso), como del contexto y del intertexto; es decir, de la situación particular en que el prejuicio racista se manifiesta.
Eso pasa también por el trauma personal e intergeneracional del supuesto «pelo bueno» y «pelo malo». Esa es una de tantas falacias del racismo y de las clasificaciones humanas a partir del fenotipo de los clasificadores. En ese sentido yo me pongo de ejemplo de tener pelo bueno y pelo malo. El pelo bueno es el que me puedo peinar y el pelo malo fue el de las entradas y la tonsura, pues ya se cayó. Los calvos tienen mucho más pelo malo que yo y los peludos mucho más pelos buenos, independientemente del color, la textura y el grosor. Por eso, pelo bueno es el que perdura en el cuero cabelludo y pelo malo es el que se cae por herencia, descuido o seborrea.
R.M.L.G.- Siento que el debate hierve, pero no cuaja… ¿qué estará pasando?
J.G.P.- Problema que no se identifica adecuadamente es como si no existiera. Tal como ha señalado en múltiples ocasiones el Dr. Esteban Morales, no podemos esperar a que los problemas nos den en el rostro o que nos lo impongan desde fuera. De igual manera que el tema de los derechos humanos, la homofobia, el matrimonio de personas con diversas opciones sexuales, la corrupción contrarrevolucionaria, la sociedad civil, el estado de derecho y otros, el tema del racismo y la discriminación racial hay que continuar abordándolo de frente y con todas sus aristas. Es necesario conocer tanto las intenciones y acciones de la denominada «afroderecha» para sembrar el odio, la desconfianza y la división entre los seres humanos de diversos fenotipos, como de la «afroizquierda» para reivindicar derechos humanos elementales como trabajo seguro, salud garantizada, acceso a los órganos de poder; y al mismo tiempo denunciar a los afrocomplacientes que cambian vergüenza y dignidad nacional por becas, eventos y viajes, o por besitos de piquito como certidumbre del entreguismo a quienes quieren imponernos sus problemas como si fueran los nuestros.
De igual manera que los temas de la representatividad según el color de la piel, a partir del talento y el trabajo, han sido tomados en consideración, como la diversidad religiosa, también habrá que colocar en la palestra pública la representatividad en los órganos de poder de los diferentes grupos humanos que viven en Cuba y no son cubanos de origen, pero están debidamente asociados y tienen a la Revolución Cubana como su Revolución. Si Cuba es de los países signatarios de la Convención de la UNESCO del 2005 sobre la diversidad de expresiones culturales, esa medida sería un acto de madurez política y una congruencia de respeto a la diversidad cultural. Eso superaría tanto la discriminación por fenotipos, identificada vulgarmente como «racial», como la discriminación étnica. Pues lo étnico no es la persona por fuera, por su apariencia, sino por dentro, por su cultura, por su lengua, por su lugar de origen, entre otros indicadores sobremanera estudiados por la antropología cultural, que marcan el derecho a la diferencia y que comúnmente los censos no recogen y que no están representados en los órganos del Poder Popular mediante su Asamblea Nacional.
De todos modos, el tema del racismo, como ideología, y la discriminación racial, como acción de esa ideología, hay que combatirla en todos los frentes, desde las personas con cargos públicos que impunemente se declaran racistas y que no siempre son denunciados, hasta los solapados que hacen más daño, pues demoran o retardan cualquier acción a favor de eliminar las desigualdades sociales y los accesos de la población más vulnerable a mejorar la calidad y nivel de vida.
R.M.L.G.- Pero, ¿y la concreción de las acciones?
J.G.P.- Pienso que el asunto radica en no convertir el tema en una psicosis enfermiza y pasional, sino en un proceso de reflexión crítica colectiva y acción participativa a todos los niveles de la sociedad. El asunto no radica en un exorcismo de mea culpa, ni en importar miméticamente los problemas de otro país al nuestro, sino en propiciar que el partido-gobierno-estado identifique correctamente la diversidad del problema para facilitar soluciones duraderas y participativas a escala humana.
Este es un tema que desborda el simple color de la piel, aunque lo envuelve, y tiene que ver con las posibilidades y facilidades para el desarrollo sostenible desde el nivel local e insisto, a escala humana. Recordemos que el lineamiento 178 del VI Congreso del PCC, sobre la política agroindustrial señala:
Adoptar un nuevo modelo de gestión, a tenor con la mayor presencia de formas productivas no estatales, que deberá sustentarse en una utilización más efectiva de las relaciones monetario-mercantiles, delimitando las funciones estatales y las empresariales, a fin de promover una mayor autonomía de los productores, incrementar la eficiencia, así como posibilitar una gradual descentralización hacia los gobiernos locales (Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución, aprobado el 18 de abril de 2011:27).
Una descentralización inteligente, desde el paradigma de la socialización del socialismo daría un verdadero poder al Poder Popular y al desarrollo endógeno.
En ese contexto puede y debe insertarse el turismo cultural comunitario (como ya se hace en América Latina y el Caribe) y puede coexistir con el de sol y playa y el de hoteles de cuatro y cinco estrellas. Todo depende de la capacidad generadora de los gobiernos locales y del potencial humano existente en las localidades. Todo depende de la cualidad facilitadora de los gobiernos locales para que los proyectos comunitarios sean sostenibles y tributen al beneficio social sin perder la estimulación permanente que excluya los métodos leoninos de una burocracia autofágica con la nación. No se le puede tener miedo al enriquecimiento lícito siempre que este sea ejemplo permanente para el desarrollo familiar, local y nacional. A mayor riqueza local menos carga para el Estado. El socialismo, si se quiere de verdad, tiene que ser incompatible con el cielo raso impuesto de la pobreza para la mayoría, pues parte de una pobreza mental.
Quisiera cerrar esta entrevista con el apoyo que representa el ideario martiano relacionado con el desarrollo local y con el valor que a ello otorgaba:
Cada cual se ha de poner, en la obra del mundo, a lo que tiene más cerca, no porque lo suyo sea, por ser suyo, superior a lo ajeno, y más fino o virtuoso, sino porque el influjo del hombre se ejerce mejor, y más naturalmente, en aquello que conoce, y de donde le viene inmediata pena o gusto: y ese repartimiento de la labor humana, y no más, es el verdadero e inexpugnable concepto de la patria (José Martí, OC, vol. V: 468).
Si la patria se mira, además, desde el valor de lo local en permanente desarrollo, podemos lograr que el racismo y la discriminación se transformen, algún día, en una amarga página superada por nosotros mismos, sin injerencias ni complacencias
R.M.L.G.- Muchas gracias profesor.
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