viernes, 26 de abril de 2013

“La bola está del lado de ellos”


(tomado del Blog Futuro Cubano)

Desde que era un niño he vivido rodeado de conversaciones que tenían por centro la cuestión migratoria. Téngase en cuenta que alrededor de la mitad de los jóvenes cubanos tiene algún familiar en el extranjero. De algún modo, todo joven en Cuba se ha visto asaltado por la inquietud y asediado por la historia, ante la alternativa de emigrar. Muchos salieron de forma definitiva, otros, la mayoría, ha permanecido en el país compartiendo con todo el pueblo las vicisitudes y alegrías de la vida en Revolución.

Con la aparición, a finales del año pasado, de la reforma a la Ley Migratoria, entre la población en general y entre los jóvenes en particular, se ha producido una ardiente controversia. Algunos temen que, ante las nuevas posibilidades de viajar, se desate una estampida en dirección a los Estados Unidos en busca del “sueño americano”. Otros ven llegada la oportunidad de la reunificación familiar, largamente deseada. Los hay que ven en ello una vía para estudiar o trabajar por unos años en algún país, incrementar su peculio y, al cabo del tiempo, retornar para realizar sus proyectos de vida en Cuba. No faltan quienes aspiran a conocer otras culturas y regresar más tarde con el corazón henchido de horizontes. Lo cierto es que la nueva política ha sido recibida con beneplácito por todos.

Según todo parece indicar, por simple observación de cuantos nos rodean y de acuerdo con lo estudiado por los especialistas en la materia, no predominan quienes pretenden convertirse en emigrantes; sino aquellos para los cuales viajar al extranjero es una posibilidad de visitar a la familia, realizarse profesionalmente, estudiar y ver mundo; pero siempre con el propósito volver a la Patria; de la que se sienten orgullosos por su gente, sus tradiciones y por la independencia nacional que les ha dado el proceso revolucionario, de hace poco más de medio siglo. En gran medida, la difícil situación económica que enfrentamos como nación influye en todas las posibles alternativas migratorias.

Sin embargo, lo más trascendente de las nuevas disposiciones es la ruptura con la vieja visión excesivamente politizada -consecuencia del largo asedio norteamericano -, acerca de todo lo concerniente a las salidas de la población; gracias al desarrollo de unas nuevas relaciones con el exterior. La reforma en cuestión despoja al hecho de viajar de las medidas que limitaban artificialmente este derecho, el cual transitará ahora por los causes que internacionalmente se consideran normales. De esta forma se les arrebata a los enemigos de la Revolución un instrumento para atacar y sobredimensionar los procesos migratorios. Los enemigos estaban satisfechos con que en Cuba se adoptaran cuantas limitaciones se consideraran pertinentes al interés por viajar, pues con ello se coartaban las aspiraciones de las personas y se generaba rechazo y malestar hacia el proyecto socialista que se construye desde la Isla, además de propiciar que muchos de los nuestros se decidieran a arriesgar sus vidas en el empeño. Ahora, como se expresa en términos deportivos, la bola está del lado de ellos.

Viajar al extranjero, conocer otros países, pueblos y culturas, es un derecho que asiste a todo ciudadano. Estas son prerrogativas resultado del progreso alcanzado por la humanidad que ha acortado las distancias y acercado a las naciones. Los jóvenes conocen esto, reflejan su época como ningún otro grupo, ellos son los más sensibles a estos avances; los que asumen como una necesidad y algo consustancial a su naturaleza.

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